La Cábala no es religión sino que “busca definir la naturaleza del Universo y del hombre, la base y propósitos de su existencia y otras cuestiones relacionadas con la ontología. También presenta métodos para ayudar entender estos conceptos y, por tanto, lograr un crecimiento espiritual”[1]
Vivimos en un mundo dual, un mundo donde constantemente estamos peleados porque queremos tener la razón. Esa es la realidad del universo fragmentado (Mundo de la Bet) y también el condicionamiento que desde pequeña aprendí. Vivir así es muy cansado. Mi intuición, mi alma y lo que en algunas religiones definen como el Espíritu Santo, me habló y finalmente estoy aprendiendo a escucharlo. Mi intuición nunca se ha cansado de buscar un oasis de libertad. Una libertad que es como ejercitar un músculo, un constante trabajo, una constante búsqueda de aprender.
La Cábala enseña que no hay temas prohibidos y que la curiosidad es sana. Sin embargo, muchas instituciones no promueven una sociedad libre sino sesgada y polarizada porque según ellas la verdad de cómo funciona el universo solo la tiene el lado del vencedor exitoso. ¿Y quién define el éxito? Aquella persona que imaginariamente triunfó. Es un círculo muy pequeño quien decide que ve la masa en la TV, que ven en las redes sociales y que aprenden en los colegios y universidades.
En Cábala, el primer módulo que nuestros maestros nos compartieron fue la introducción al Árbol de la Vida, el cual se divide en diez dimensiones. Esas sefirot son ilustradas como esferas y pueden representar quienes somos y ayudar a vivir balanceadamente. En muchas ocasiones he escuchado la famosa frase que resume el balance, “todo en exceso es malo’’. Pero en mi opinión eso no es cierto. En mi poco aprendizaje de Cábala he aprendido que todo exceso o defecto es un desbalance. Y el estar desbalanceado no es algo malo sino que muy humano. Ser libres es redimirnos de los condicionamientos sociales, religiosos, culturales, etc. Y para llegar a esa libertad necesitamos balance. Un balance que necesita esfuerzo y estudio.
Otra idea que me ha cautivado para seguir estudiando Cábala es que la mística hebrea no promueve la idea de convertir a los demás a nuestra verdad. La intención de querer convertir a otros es muy peligrosa y es algo que vemos constantemente en la religión, la política, los movimientos sociales, etc. No somos dueños de los pensamientos, energías, ni de las realidades en las cuales otro ser humano se mueve. Y eso para mí es muy importante, porque ojo, compartir nuestras experiencias y convertir son cosas muy distintas.
Mi energía vibra en la Cábala porque no promueve la superioridad o la inferioridad. Promueve el aprendizaje y escuchar. Podemos aprender de todo y de todos. Promueve ser autónomos. Ethel Menjívar, maestra de la escuela del centro de Kabbalah Etz Jayim, dijo » El confiar en nosotros mismos es confiar en Dios».
La confianza en nosotros mismos es un trabajo constante y no un sentimiento que nace cuando alcanzamos el »éxito».
Por: Ana Menjivar
1] https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1bala