A lo largo de los años hemos tratado de descubrir quienes somos, esforzándonos al máximo en ser mejores que nuestro padres, luchando con generaciones de costumbres que están arraigadas en nuestro ser.
Hoy por hoy en la era de la tecnología es imprescindible saber quienes somos, y no tanto de que dependemos.
Ahora al reflexionar un poco sobre la vida, nos damos cuenta que muchas veces nos engañamos, ocultamos nuestro verdadero ser con mascaras, con etiquetas, con síndromes que en vez de ayudarnos nos encierran cada día más en abismos de dudas y complejidades, queriendo mostrar quienes no somos y frustrando nuestro camino por no haber alcanzado lo que tanto deseábamos.
En toda esta oscuridad se muestra una pequeña luz llamada Cábala, que más que una religión, nos muestra nuestro verdadero ser con esas imperfecciones que son tan perfectas, que muestra ese niño pequeño que anhela crecer y descubrir un mundo lleno de posibilidades, de aprendizaje y sobre todo de aprender a vivir la vida.
Si me tocará hablar de forma personal diría que este camino me ha enseñado a redescubrirme, de mostrarme quien soy y a la verdad en momentos no me ha gustado a quien me muestra, pero que he aprendido a aceptar no como un enemigo, sino como alguien que vivió muchos años formando una imagen que al final no existía, dando forma desde cero a alguien nuevo, y eso es el caminar, no caminar por los grandes caminos ya trazados, sino trazar o caminar por una senda que pocos han transitado el del verdadero yo.
Un ser compuesto de alma y cuerpo, que vive, que respira pero sobre todo que aprende a ser lo que fuimos destinados a ser.
Por: David Rosales